dimarts, 21 de juny del 2011



DESATATE.


Se me encoje el alma cada vez que intento pensar en lo que no puedo,

que intento recordar lo que decidí olvidar hace ya tanto tiempo.

Se me encoje el alma y se me desgarra con las lágrimas que lloro por aquello que no puedo asumir. Son tantas cosas, tantos males que no vale la pena remover; y sin embargo, quién puede evitarlo. Yo no. Intento recordar, una y otra vez, esos días, esos hechos, esas acusaciones a las que no quiero dar fundamento, y me veo incapaz. Lo he borrado, lo decidí olvidar. Y ahora, aquí sentada, sin fuerzas siquiera para hacer más que mover los dedos para escribir y los músculos faciales para llorar, me doy cuenta de que te tengo miedo. Tal vez siempre haya sido así. La persona que más dolor me ha causado, y a la que más he amado en mi vida. Mi hermano; mi mano derecha, mi confesor, mi mala influencia, mi ídolo. ¿Y ahora qué?, me pregunto, mientras me doy cuenta de que nada va a cambiar.

Sonreiré como siempre he sonreído. Haré ver que nada pasa, como siempre he actuado. Ignoraré lo que mis lágrimas me chillan; y cuando vuelvas, cuando decidas volver a mí, te estaré esperando con los brazos abiertos.

Como si nada de esto hubiese pasado.

Como si no hubiese intentado recordar.

Como si todo fuese perfecto, impasible, llano.

Artificial.

Como si no fueras mi mayor tormento.


DESPIERTA.

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